Juan 4,5 Llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber.»
Este pasaje revela un lado muy humano de Jesús, fatigado del camino, sediento, sentado junto al pozo, todo a pleno medio día, la hora más calurosa. Así lo encuentra un mujer que, más que cansada del camino, estaba cansada y amargada de la vida, una vida en la cual los desprecios, frustraciones y fracasos acumulados pesaban más que los aciertos, alegrías y bendiciones que seguramente había tenido. No bastando con sus cargas, la samaritana se encuentra con un hombre y judío, enemigo desde su infancia, quien tiene el descaro de pedirle agua, como si no bastase con haber servido a seis hombres, ya había dado demasiado y no quería dar más; de ahí que haya estrellado su respuesta tan llena de odio, rencor y reproche contra el rostro de Jesús, dando inicio a un dialogo que bien podría ser una oración que fue transformando a la mujer hasta llegarlo a reconocer como el Cristo, el Salvador.
En algunas ocasiones nosotros actuamos igual que la samaritana, descargamos en Jesús nuestros dolores, sufrimientos, frustraciones, fracasos, etc., y no está del todo mal, pues Jesús dijo: "vengan a mi los cansados y agobiados que Yo les haré descansar", así pues él mismo nos motiva a hacerlo, pero en el siguiente versículo nos dice "aprendan de Mí que soy manso y humilde de corazón", y es esta actitud humilde en la samaritana la que permitió su transformación, es ese reconocimiento de nuestra necesidad de Dios e incapacidad para dirigir nuestras vidas al margen de Dios lo que nos abre a su acción y un verdadero dialogo con Jesús, nos conduce por una profunda oración en la cual lo vamos conociendo y aprendiendo a confiar en ÉL, aprendemos que nos espera en la oración, que siempre ha estado ahí, que no pide que cumplamos formas exteriores para entrar en su presencia, ÉL dijo que los verdaderos adoradores, lo hacen en espíritu y en verdad, esto se da en nuestro interior, en nuestro corazón.
Busquemos beber siempre del agua que da vida eterna y seamos nosotros ríos de agua viva, te invito a meditar este pasaje, trata de escuchar a Dios, seguramente el te está esperando para decirte, "Tengo sed, sed de ti, dame de beber".
Paz y Bendiciones
No hay comentarios.:
Publicar un comentario